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Conozca la historia del venezolano que brilla con luz propia en el Santuario de la Divina Misericordia de Chile

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Reynaldo Rafael Millán Pacheco es un ingeniero industrial venezolano y aficionado a la pintura, de 35 años, pero por sobre todas las cosas, un hombre de fe y valores, con una trayectoria de vida impecable, ligada al servicio social como misionero de la Iglesia.

En Maracaibo, Venezuela, su nombre se vincula inmediatamente a su labor como miembro de directivas de Apostolados católicos y a su trabajo, por seis años corridos como miembro del equipo coordinador de la Fiesta de la Divina Misericordia en Maracaibo, una de las expresiones religiosas y culturales más multitudinarias de la región zuliana.

“Con esta última experiencia adquirí un gran conocimiento en la organización de eventos masivos, en actividades con más de 200.000 personas”, recuerda Millán, quien, en Santiago de Chile, principalmente en la comuna de Colina, Chicureo, destaca desde 2017 como administrador y secretario ejecutivo en el Santuario de la Divina Misericordia.

“En lo laboral, tengo que dar muchas Gracias a Dios, pues el segundo día acá en Chile conseguí mi primer trabajo. Ya tenía conversaciones previas con los dueños de una empresa y allí di mis primeros pasos”, detalla este magíster en Gerencia Pública, graduado como ingeniero en LUZ y con experiencia como gerente administrativo de una de las tiendas de artículos italianos más importante de la capital zuliana.

Millán arribó a Chile por avión el 12 de noviembre de 2016, y se quedó en casa de una gran amiga por 15 días mientras realizaba los tramites de su residencia y buscaba un apartamento. “Llegué en medio de un paro laboral del aseo urbano en toda la Región Metropolitana de Santiago, por lo que esos primeros días cuando salí a caminar conocí el centro de la ciudad con toda la basura amontonada. No fue nada agradable”, sostiene.

Sin embargo, y a pesar de ese inesperado contexto, Reynaldo apreció de inmediato el nivel de planificación y urbanismo de la ciudad. Se impresionó con las infraestructuras viales y comerciales de tan alto nivel que existen en Chile.

Hoy, además de su labor al frente del santuario, es el fundador junto con Bella Maldonado y José Luis Matheus, del medio digital “Por amor a ti Coromoto” (www.poramoraticoromoto.com), en web, y @poramoraticoromoto en Instagram, que, en sus palabras, “es una iniciativa de evangelización digital, conformada por un grupo de católicos: profesionales laicos, religiosos y religiosas, sacerdotes y diáconos, unidos por su fe en Cristo y por un agradecimiento infinito hacia nuestra Santísima Madre, la Virgen de Coromoto”.

“Nuestro objetivo es dar a conocer el llamado universal que nos hace la Virgen de Coromoto: ‘Prepararnos para ir al cielo’. También queremos dar respuesta a los retos de la Nueva Evangelización de la cual nos habla San Juan Pablo II en un mundo cada vez más digital”, argumenta.

Al referirse a la migración, asegura que es una experiencia que conlleva muchas renuncias. “Pero también te abre a nuevas experiencias que quizás nunca te planteaste anteriormente y que sin darte cuenta te ves a ti mismo cruzando las fronteras de aquello que parecía imposible. Es una experiencia que te desafía profesional, personal y emocionalmente”, reflexiona.

Háblenos de lo importante que ha sido su rol como migrante y de su faceta como artista plástico…

Bueno, no sé si he tenido un rol importante acá en Chile, de lo que si estoy seguro es que en los espacios en donde me ha tocado participar, he tratado de contribuir desde mi fe, mis valores, mi profesión y ahora desde el arte. Mi amor por Jesús de la Misericordia, la Chinita y la Coromoto es lo que me impulsa a prestar un servicio a mis hermanos que produzca un impacto positivo en sus vidas. Cuando me tocó traer la 1era Replica de la Chinita a Chile, lo que más me llenó de alegría fue ver el rostro de mis hermanos venezolanos al entrar en contacto con la Virgen, vi muchas lágrimas de gozo y consuelo. Esa es para mí la mayor retribución. Sobre mi faceta de artista la verdad es que soy ingeniero de profesión, pero desde hace un tiempo he encontrado en la pintura una pasión. Desde niño quise pintar, pero nunca pude. Retomé el deseo de pintar por un tema terapéutico, así que en mi tiempo libre pinto arte abstracto. Esta experiencia ha sido muy gratificante. Ahora lo que comenzó como un hobbie se ha transformando en un emprendimiento a medio tiempo. Es una nueva faceta de mí que estoy descubriendo y agradezco la experiencia.

¿Cuál es su meta en Chile en ese campo?

Nunca he hecho cursos de pintura ni nada parecido. Soy autodidacta y lo que hago brota solamente de mi deseo de crear y expresar sentimientos, emociones y deseos a través de los colores. No descarto profesionalizarme en esta área, la educación siempre es una herramienta clave para potenciar cualquiera de nuestros talentos.

¿Cómo valora a los venezolanos migrantes en el mundo y en Chile? ¿Qué percibe de ellos?

Los venezolanos somos gente de bien, a donde llegamos compartimos nuestra alegría, nuestra cultura y nuestra fe. Sabemos ser felices a pesar de las adversidades, somos luchadores, resilientes y emprendedores. Nos admiran por nuestro profesionalismo y por eso hemos sido tan bien recibidos acá en Chile.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de sus vivencias en Chile?

Cuanto puedo extrañar Venezuela. Ahora que estoy fuera es imposible no extrañar tantas cosas. Creo que somos afortunados al hacer nacido y vivido en un país como el nuestro, siempre habrá una conexión con nuestra gente, nuestra cultura, nuestra forma de ser y de afrontar la realidad, nuestra comida, nuestras playas. Venezuela es tierra de gracia sin duda, lamento que ya no sea ese país en donde crecimos, pero tengo la firme esperanza de que pronto, volverá a ser esa tierra en donde el amor vencerá.

¿Cómo ha sido su relación con los chilenos?

Buenísima, he tenido la fortuna de conocer a chilenos maravillosos, los cuales se han convertido casi en mi familia. También tengo dos ahijados chilenos, adultos, que se convirtieron al catolicismo y me escogieron como Padrino. Recuerdo a mi primera arrendadora, cuando llegué a Chile, quien aceptaba solo arrendatarios venezolanos. Siempre me dijo que le encantaban los venezolanos por su educación y porque cuando muchos chilenos huyeron a Venezuela, fueron recibidos con las manos abiertas. El chileno es una personas muy solidaria y agradecida.

¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos de Chile como sociedad?

Lo que más me gusta es que es una sociedad muy organizada, con oportunidades de crecimiento si eres profesional o si eres una persona con muchas ganas de salir adelante. Lo que menos me gusta es que es un país costoso, en comparación a otros países, la vida en Chile es cara. Debes ser profesional y tener un buen ingreso para vivir tranquilo.

¿Qué mensaje le da a la migración venezolana en Chile y el mundo?

Que sigan luchando por sus sueños, que no se agobien cuando las cosas no salen, pues es natural que no siempre las cosas sean como las planeamos, lo importante es resistir y no dejar de intentar. Sean pacientes con ustedes mismos, no se auto exijan tanto, puede ser contraproducente, nunca subestimes la parte psicológica, estos procesos migratorios pueden llegar a desbalancearte, siempre es conveniente y maduro acompañarte de un profesional en esa área, cuídate mucho, quiérete mucho, no te sabotees a ti mismo y sobre todo confía mucho en Dios, pues si tu confianza es grande, su Misericordia no tiene límites.

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