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Isabel Allende al hablar de su nuevo libro infantil: “Me horrorizan los cumpleaños para perros y gatos”

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Isabel Allende ha sido traducida a 42 idiomas y ha vendido más de 77 millones de copias de sus obras. En una reciente entrevista para The Clinic resalta las aventuras de Perla, nombre de pila de la perrita que protagoniza su más reciente trabajo, “Perla, la súper perrita”, un maravilloso texto de 48 páginas a todo color, ilustradas con acuarelas de la artista mexicana Sandy Rodríguez.

Se trata de un libro de Penguin Kids y -dedicado a personas de entre dos y cinco años- y oficialmente su primer libro infantil. Ella reveló que el personaje está inspirado en su propia mascota y agrega que “por supuesto” duerme con sus propios perros.

—En algunos casos las mascotas han reemplazado a los hijos. ¿Es un mal contemporáneo?

—Hay gente que exagera en el amor por las mascotas. Me horrorizan los cumpleaños para perros y gatos, las uñas pintadas, los cortes de pelo ridículos, los concursos de belleza canina o gatuna.

Isabel Allende no es novata en la conquista literaria de los niños. En sus comienzos, mucho antes de ser una autora superventas, ya escribía para ellos. Su nombre está atado al de la revista “Mampato”, de la que fue directora entre 1973 y 1974. Hoy, ella contextualiza: “Cuando trabajaba en la Editorial Lord Cochrane aparecieron en una bodega una serie de bellas ilustraciones sin texto. Tal vez era un proyecto que fue abortado y esos originales quedaron olvidados. A mí me tocó inventar la historia para las ilustraciones. Después escribí para niños porque tenía a mis hijos Paula y Nicolás chicos”.

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—¿Este es un libro que usted hubiese querido leer? ¿Cómo fue su propia infancia?

—Al escribir cualquiera de mis libros, la primera pregunta que me hago es si a mí me gustaría leerlo. Cuando era chica me hubiera encantado conocer a un personaje como Perla. Mi infancia no fue nada feliz, fui una niña introvertida, solitaria y enojada, pero muy buena lectora, eso me ayudó mucho. Pasé la infancia y la juventud con la nariz metida en libros.

—¿Identifica alguna diferencia en crear para público infantil frente a la creación para adultos o para jóvenes?

—En una historia como Perla, para niños chiquitos, el texto es breve, lineal, simple, con un tema claro, pocos personajes y final feliz. La ventaja es que la ilustración cuenta lo que no sale en el texto. Para niños mayores hay más libertad para crear, pero también hay algunas limitaciones que no existen en un libro para adultos. De más está decir que prefiero escribir mis novelas habituales, largas, complicadas, muchos personajes, finales abiertos.

—Usted es madre de dos hijos chilenos nacidos en los años 60. ¿Cómo ve el cambio en las nuevas generaciones de niños?

—Los niños modernos andan con pañales y ya juegan con una tableta, van al kínder con un celular, están informados de todo y conectados al mundo, son mucho más listos que los de los años 60, pero tal vez son menos creativos. Mis hijos tenían que entretenerse solos, inventar sus juegos y a veces hacer sus propios juguetes.

—Hay influencers que se muestran muy críticos con la tendencia actual en que los niños se sienten ansiosos o son muy frágiles. Pero muy probablemente la responsabilidad es de los padres.

—Se supone que a los niños hay que evitarles cualquier trauma, están sobreprotegidos, eso crea inseguridad. Me refiero a niños en situación normal, no estamos hablando de la mayoría de los niños del mundo que viven en la incertidumbre, la pobreza y la violencia. Las redes sociales contribuyen a los problemas emocionales, especialmente en la pubertad y la adolescencia. Aquí, en la universidad, donde se supone que hay que despertar la mente de los jóvenes, el profesor tiene que advertirle a la clase si hay un tema que puede ser ligeramente perturbador. Por ejemplo, están estudiando Centroamérica y los alumnos tienen la opción de salirse de la clase si se menciona las atrocidades cometidas por los militares.

—¿Cómo es la relación con sus propios nietos?

—Fue estupenda cuando eran chicos. Los veía casi a diario y les contaba cuentos inventados a su medida. Los llevé de vacaciones en safaris al África, en un bote en Turquía, a las Galápagos. Pero ahora tienen alrededor de 30 años, viven lejos y los veo poco. Así pasa en los Estados Unidos: es muy difícil mantener a la familia unida.

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