“En Siria hubo un golpe de Estado dado por talibanes, movimiento que todos sabemos recibe desde hace años apoyo y financiamiento de Rusia. Yo imagino que Maduro en este escenario debe tener temores de perder el apoyo de Putin, de Irán y Hezbolá, naciones y grupo de aliados que confrontan conflictos internos fuertes y que los hace en estar enfocados en sus propios problemas”.
María Laura Liscano, internacionalista graduada en la UCV, analizó la caída del régimen de Bashar al-Assad, quien dimitió y recientemente llegó con toda su familia a Moscú, Rusia, donde fue recibido por Vladimir Putin en el Kremlin.
Fue una operación relámpago. En 72 horas, una ofensiva liderada por Hayat Tahrir al-Sham, grupo derivado de Al Qaeda (talibanes), logró el avance desde la provincia de Idlib hasta el centro de Alepo. Este colapso militar sorprendió a analistas y líderes globales, y puso en evidencia la pérdida de cohesión en las fuerzas del régimen. «El colapso en el norte fue un reflejo directo de la retirada de apoyo de Rusia, Irán y Hezbolá, quienes están priorizando conflictos en otras regiones”, afirmó un experto en política de Medio Oriente consultado por The Guardian.
Lo expuesto, refuerza la tesis de Liscano.
La configuración en la balanza del poder a nivel mundial se encuentra trastocada en los últimos días, especialmente desde la llegada de Donald Trump al poder”, asegura la experta, quien recuerda que Hayat Tahrir al-Sham llega al poder con todo el apoyo de los talibanes.
Contracción en Medio Oriente
Bajo la perspectiva de la experta, por un lado, se vislumbra que el régimen de al-Assad dejó de tener el apoyo de Hezbolá, Irán y Rusia, país que por años fue su principal bastión y que permitió que estos grupos talibanes pudieran llegar a Damasco y configurar el Golpe de Estado.
The Guardian pone sobre la mesa un mapa situacional claro: Rusia, que desde 2015 había sido el principal soporte militar de Damasco, está ahora absorta en la guerra en Ucrania. Por su parte, Irán enfrenta repetidos ataques a sus bases en Siria por parte de Israel, debilitando su infraestructura en la región. Asimismo, Hezbolá, el aliado clave durante los días más oscuros de la guerra civil siria, redirigió su atención al conflicto con Israel tras el estallido de hostilidades en octubre de 2023.
«Si bien Rusia, Irán y Hezbolá tienen conflictos internos y en sus regiones en los que a todas luces están más enfocados, hay que ver el trasfondo de quienes están detrás del golpe. Se trata de un grupo talibán que por años ha sido financiado por Rusia y eso es conocido. Hay también grupos yidahistas que tienen nexos con Hezbolá”, refiere.
Venezuela en el tablero
Liscano insiste en que, aunque “esté trastocada la balanza de poder”, si lo ocurrido se traspola a Venezuela, nación que, a su juicio, sigue siendo punto geopolítico importante por sus riquezas y ubicación, donde Rusia, Irán y Hezbolá tienen intereses y operaciones en áreas como la petrolera y la producción de uranio, es natural el temor de Nicolás Maduro.
El escenario no es menor para Maduro y debe, insisto, tener temores de poder perder apoyo si estos aliados en un momento dado prefieren mantenerse enfocados en sus propios problemas y no querer apoyarlo o desgastarse frente a un gobierno de los Estados Unidos, con Trump al frente”, añade.
Para Putin, generar fricciones con Trump, con quien históricamente mantuvo una buena relación, no sería lo más conveniente, proyecta Liscano.
«Creo que a Rusia le ha jugado en contra la guerra con Ucrania en donde ha tenido un desgaste muy notorio. En algún momento Vladimir Putín creía que era una oportunidad para mostrar su enorme poderío y no ha sido así sino todo lo contrario. Ha dado muestras de debilitamiento y por ello debe pisar con pasos firmes. Es conocido que Trump y Putin tienen buenas relaciones, así que sí, podríamos ver un debilitamiento en los apoyos a Maduro”.
¿Jugó a perder Putin?
Por décadas, el régimen de los Assad simbolizó la estabilidad autoritaria en Siria. Sin embargo, los recientes acontecimientos en el norte del país desmoronaron la percepción de control de al-Assad, poniendo de manifiesto la fragilidad de un régimen sostenido por alianzas internacionales, como Rusia, Irán y Hezbolá, que ahora están bajo intensa presión.
Sobre el contexto, Liscano no desconoce la nueva configuración, pero no cree que, en un escenario hipotético en el futuro, Rusia, Irán y Hezbolá abandonen a Maduro de una forma ligera, por considerar que Venezuela es el bastión y punto geoestratégico más cercano a Estados Unidos.
«Me cuesta pensar que Putin vaya a abandonar a Maduro muy fácilmente, igual pasa con Irán. Siento que están enchufadísimos aunque tienen que resolver y dar respuesta a sus problemas”, agrega.
Para la internacionalista, al referirse a lo ocurrido en Siria, lo que más le causa ruido es que Rusia, con la caída de su aliado en ese país del Medio Oriente, pierde su influencia militar en el mediterráneo, a menos que haya decidido cambiarse de bando en silencio y le pareciera mejor apoyar a los talibanes que a un Al Asaad sitiado y débil. “No creo que Putin haya jugado a perder, pudo haber una negociación entre ellos”, remarca.
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