El gobierno de Nicolás Maduro enfrenta su mayor crisis en los últimos 10 años tras los resultados electorales del pasado 28 de julio. La falta de transparencia por parte del Consejo Nacional Electoral al anunciar su triunfo colisiona con la estrategia impulsada por María Corina Machado, de pedirle a los miembros de mesa -en el marco del proceso- recabar las actas de escrutinio al final de la jornada.
Eso y los informes reseñados por veedores del Centro Carter y la Organización de las Naciones Unidas golpean su legitimidad como candidato reelecto. La estabilidad de su mandato, luego de las manifestaciones populares que derivaron en más de 2000 detenciones y 24 muertes, sacude sus bases.
Mariano de Alba, experto en geopolítica, derecho internacional y diplomacia, recuerda que en la mayoría de los casos, “el principal peligro que enfrentan los gobiernos autoritarios”, como lo consideran más de 22 países e instituciones como la Organización de Estados Americanos, “no viene de quiénes se le oponen abiertamente sino de quiénes forman parte del régimen y podría estar fingiendo lealtad mientras planifican sus próximos movimientos”.
En la red social X, De Alba asegura: “En los regímenes autoritarios, la lealtad es un valor supremo”.
Y añade:
Tener criterio propio puede ser peligroso, porque algunos entre quienes forman parte de la élite autoritaria pueden cansarse de recibir órdenes y empezar a confabularse para tratar de tomar el poder para sí mismos”.
De Alba cita como referencia un estudio publicado en 2018 por la profesora Erica Frantz, en el que se detalla que 473 líderes autoritarios perdieron el poder entre los años 1950 y 2012 y en el 65% de los casos su salida del poder fue impulsada primordialmente por miembros del mismo régimen que estaba en el poder.
“Mientras más cerca esté una persona o un grupo al régimen autoritario, mayor influencia tendrá para colaborar a concretar su salida del poder”, advierte.
El experto en derecho internacional argumenta: “Esa es una de las razones por la que los gobiernos autoritarios son tan nefastos para un país. Tienen que dedicar la inmensa mayoría del tiempo a tratar de atender y complacer las necesidades del pequeño grupo que lo sostiene en el poder, ignorando los problemas de las mayorías”.
Por ello, considera que en el caso de Maduro se asume una posición férrea:
Pedirle al líder de un gobierno autoritario que se haga a un lado podría ser equivalente a pedirle que firme su propia condena a muerte. La salida del poder en sistemas autoritarios no sólo representa la pérdida de privilegios, sino el riesgo de perder la libertad o la vida”.
Y sentencia que, para plantearse salir del poder, los miembros de un gobierno autoritario tienen que poder asegurarse un cúmulo de garantías que le otorguen cierta protección. “La complicación está en que incluso en ese caso, podrían estimar que el riesgo a perder el poder sigue siendo muy alto”.
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