Opinión

Más allá de lo transformacional: El neuroliderazgo

0

Dr. Elmar Aldrin Pelekais

«Se empieza a salvar el mundo salvando a un hombre por vez; todo lo demás es romanticismo grandioso o política.»
Charles Bukowski.

Algunos miles de años trazan la historia del hombre moderno, explorador por excelencia, aventurero por curiosidad, valiente por necesidad, salvaje por evolución (o falta de esta), dominante por instinto, pero sobre todo problemático, por todas las razones anteriores y algunas modernas. En todo caso nuestra fortaleza evolutiva, el cerebro, rige nuestras emociones y nos ha hecho a su vez vulnerables al conflicto, un concepto el cual muchos autores califican como “sano” y aunque así lo fuera igualmente nos afecta desde el primer momento de lo que serán nuestras vidas.

Sin embargo, este arquetipo no pretende generar reacciones de pesimismo sobre nuestra vida, muy al contrario, hablamos sobre la cotidianidad, y para poder verlo desde el punto de vista positivo en primer lugar se debe entender.

Algunas de las principales características del liderazgo actual, independientemente de su perfil, son las capacidades que posee el individuo de solucionar pacíficamente los conflictos, de ser resiliente y de su inteligencia emocional, pero más allá de ser, se trata de poder educar a su grupo humano al respecto de todas estas habilidades; en este sentido, es necesario primeramente desarrollar o fortalecer una etapa primordial para la consecución de estos objetivos, la cual es el autoconocimiento.

Es decir, para poder llegar a concepciones tan importantes como el liderazgo transformacional y el neuroliderazgo, debemos primero manejar una fase introspectiva relacionada al manejo propio, condicionada principalmente por la intuición, la perspectiva, los conocimientos y la prospectiva, ya que sin estas estipulaciones simplemente el papel del líder sería empírico, obviamente importante, pero no tan completo.

Esto atañe directamente al liderazgo transformacional ya que el mismo se basa en cuatro dimensiones básicas las cuales son la influencia idealizada, la motivación, la estimulación intelectual y la consideración individual, todas en conjunto plantean que el líder es capaz de desarrollar misión y visión empoderadora que da sentido al grupo en sí, además los alienta en pro de altas expectativas a través del planteamiento de nuevas tareas y enfoques y que esta labor la realiza infundiendo respeto, pero también mucha confianza, sirviendo también de coach y mentor.

Así mismo, este enfoque se basa en la inspiración del grupo, a través de la trascendencia de cada individuo (salvando un hombre a la vez), donde se es capaz de tener en él mismo un efecto profundo y prolongado, basado en altos principios éticos. Sin embargo, siempre tenemos y tendremos, la capacidad para evolucionar para seguir desarrollándonos.

Mencionaba anteriormente al cerebro como fortaleza evolutiva, lo realmente interesante al respecto es que ahora somos conscientes de ello, hemos aprendido durante los últimos cinco años más sobre nuestro cerebro, de lo que habíamos hecho en el resto de nuestra historia y esto se debe al vertiginoso avance de la tecnología y la investigación principalmente, pero esta cantidad de información, de cambios, de desarrollo y de avances también poseen su yang, su contraparte y se trata de la dificultad que tenemos para seguirle el ritmo.

Es por ello, y como dice Braidot, que los verdaderos líderes son quienes tienen el cerebro preparado para decidir sobre la marcha, en el momento. Ya no hay tiempo para imaginar escenarios porque la velocidad con las cuales cambian las circunstancias no lo permite. La neurociencia aplicada al estudio del comportamiento de los líderes aporta valiosos conocimientos acerca de cómo funcionan sus cerebros y cómo aprenden.

Quizás algunos de los descubrimientos más valiosos se relacionan con características como la neuroplasticidad, la cual es la capacidad del cerebro de reformarse, remodelarse y reorganizarse, el neuroaprendizaje (por asociación o por experiencia) donde podemos darnos cuenta que nuestro cerebro altera o define la percepción de la “realidad” y por último la capacidad atencional, la cual asegura que el éxito depende de la capacidad de un líder para enfocar e inducir a otros a enfocar la atención con intensidad y frecuencia en ideas específicas y metas claras.

La verdadera razón de la existencia del liderazgo se basa en la resolución del conflicto, cualquiera que éste sea, y el mismo se desarrolla con base a las emociones de cada individuo relacionadas a su realidad, es por ello que radica la importancia del enfoque transformacional donde cada experiencia es individualizada y potenciada, y más allá de lo transformacional: el neuroliderazgo, donde nos preparamos para decisiones instintivas, proveyendo así oportunidades para exploraciones creativas ante retos de altas dimensiones.

[email protected]

Lea también

Comentarios

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Más de Opinión