El encuentro de monseñor Álvaro Ortega Martín, nuncio apostólico de la Santa Sede en Venezuela, con Nicolás Maduro, el pasado miércoles, generó rechazo en parte importante de la comunidad católica en el mundo, por registrarse en mitad de una ola represiva que suma al menos una veintena de muertes y más de 2000 detenciones tras la crisis política originada por el fraude electoral del pasado 28 de julio.
Edgar Beltrán, corresponsal de The Pillar, medio especializado en noticias y análisis sobre la Iglesia Católica, hizo un breve análisis sobre la reunión para sus seguidores en la red social X.
Y lo primero que explica que el nombramiento de Monseñor Ortega fue en mayo.
Venezuela estaba sin nuncio desde 2021, urgía un nombramiento. Que haya nuncio en el país no implica una visión positiva de la situación o algo por el estilo. Juan Pablo II tenía nuncio en Cuba. Ortega es un muy buen nombramiento. Viene de ser nuncio en Irak cuando surgió Daesh y en Chile posterior a la crisis de abusos en el país. Es experto en crisis”, detalla Beltrán de entrada.
Beltrán resalta que el nuncio es representante de la Santa Sede, no del Vaticano. Es decir, su rol es primero eclesial y luego diplomático.
“Por mucho que cueste entender, la prioridad de la Santa Sede en Venezuela es que no se convierta en otra Nicaragua, donde la dictadura ha exiliado casi al 25% del clero del país. La prioridad no es la transición porque poco puede hacer la Santa Sede para alcanzarla. Una declaración más fuerte de Francisco no cambiaría nada, pero sí que podría causar una persecución de la Iglesia en Venezuela. Es un balance arriesgado”, argumenta.
Sin embargo, Beltrán si califica como “raro” que, aunque el nombramiento de Monseñor Ortega date de mayo, apenas se estén aceptando sus credenciales. “Parece una clara movida mediática del régimen y la Santa Sede siguió el juego. Es un error”, planeta.
Cuestionamiento
Para algunos analistas no es el primer gesto de connivencia con el régimen del papa Francisco: el pasado 4 de agosto en lugar de pedir democracia y que cesase la represión el Santo Padre hizo un llamamiento “a todas las partes a buscar la verdad, a ejercer la moderación, a evitar cualquier tipo de violencia y a resolver los conflictos mediante el diálogo”, un mensaje que, de cierta manera, lavó la cara a un gobierno que suma centenares de denuncias por crímenes de lesa humanidad.
Es decir, puso en plano de igualdad a los asesinos y a los asesinados, a los que roban las elecciones y a los que las ganan en buena lid y, en suma, a una dictadura asesina y cada vez más totalitaria y a la oposición democrática. Un comportamiento que, por desgracia, es el habitual en Francisco I, siempre que la dictadura sea de izquierdas, eso sí”, se leyó en el diario Libertad Digital sobre el mensaje en el Ángelus.
Desde la revista oficial de la Conferencia Episcopal Española, sin embargo, trascendió que en la reunión de 25 minutos en la que el nuncio recibió un regalo y entregó a su vez un presente a Maduro, “no significa un reconocimiento”.
El encuentro fue difundido en televisión oficial, VTV y contó con un despliegue audiovisual importante. A Maduro lo acompañaban el canciller Yván Gil, la viceministra de Relaciones Exteriores para Europa, Coromoto Godoy, y Cilia Flores.
Pero no estuvo presente en la reunión ningún representante del clero venezolano, que sí tiene una posición beligerante con el gobierno al que exige “transparencia en los resultados” electorales y que “cese la represión contra los que han salido a protestar pacíficamente”. Además, desde la Conferencia Episcopal de Venezuela se afirma que “desconocer la voluntad popular es ilegal y éticamente inaceptable”.
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