Cuando Ignacio Carlos Gómez Sosa recibió el 2 de enero pasado la oferta de trabajo como carpintero en la construcción de un templo mormón en Samoa Americana, el territorio insular dependiente más austral de Estados Unidos, pensó que era una oportunidad que no podía desaprovechar.
Hoy, a casi 9 meses de aceptar la propuesta sufre una pesadilla y por ello, el pasado lunes, hizo público su drama personal en Live difundido por la cuenta @Utahzolanos
Me ofrecieron una buena plata para venir, les dije que estaba en proceso de asilo, pero me aseguraron que no tendría problemas, que ese territorio pertenecía a Estados Unidos”, contó entre lágrimas, en un video que subió a la red social. Lo cierto es que dos días después se encontraba en el archipiélago ubicado a mitad de camino entre Nueva Zelanda y Hawái.
Fue en marzo, justo cuando finalizó el trabajo, cuando llegaron los problemas. ¿La causa? Confiar en las palabras de su reclutador. Ignacio firmó los papeles que le presentaron sin leerlos detenidamente.
Gómez ingresó al avión con el Real ID, un documento de identificación en Estados Unidos, y cuando pretendía abordar el vuelo de regreso al estado de Utah, fue detenido por el personal de inmigración del aeropuerto samoano. Le exigieron una visa americana y el pasaporte venezolano vigente.
Él es titular del Estatus de Protección Temporal (TPS), que le permite permanecer y trabajar en el país norteamericano por un tiempo determinado sin riesgo de deportación, y lleva cinco años en espera de resolver su caso de asilo.
Por ser uno de los 13 territorios insulares estadounidenses no incorporados a la Unión, confronta problemas. “No sé qué hacer, por favor, ayúdenme”, expresó a sus seguidores en Instagram pidiendo orientación u apoyo el lunes 23 de septiembre. Pidió que hicieran llegar su clamor a un abogado especializado en el tema migratorio o una organización de derechos humanos.
No me pueden deportar. No me dejan tomar un vuelo o un barco con mi pasaporte venezolano vencido. He contactado a abogados de inmigración y tampoco me han ayudado. La empresa no se hace responsable. La Iglesia mormona a la que acudí me dijo en un correo que al no ser miembro no me podían ayudar. Estoy desesperado, por favor, que alguien me ayude”, imploró.
Lo peor, según sus palabras, sufre acoso, malas palabras, irrespeto y acciones violatorias de los derechos humanos por parte de la empresa que lo contrató para trabajar. “Vine bajo engaño y mi inglés no es bueno”, aseguró.
Sin representación diplomática en Estados Unidos desde 2019, explicó que se sentía “desolado al no tener protección alguna” ni a dónde acudir en caso de una emergencia. No lo dejan trabajar y está a punto de quedarse sin dinero y a miles de kilómetros de Utah, que ha sido su hogar desde 2018.
Afortunadamente el pasado martes un abogado de migración lo contactó. Y le ofreció luces. “Estoy confiado en una solución muy pronto”, confirmó a Utahzolanos.
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