Una maracayera prepara el pollo a la broster más buscado en Santiago de Chile. Se llama Norbelys González @norbeskitchen , es chef de profesión y hoy marca pauta al frente de Don Chicken Spa @DonChickenSpa , una franquicia de comida alabada por el propio Sumito Estevez, quien en enero de 2020 recibió una invitación: “Yo que nunca como comida rápida quedé feliz”, escribió en un post.
Sin embargo, lo que más le gustó al reconocido chef venezolano radicado en Chile fue la historia de superación de Norbelys, quien llegó al país austral hace 4 años con su hijo de apenas 2 y comenzó su travesía migratoria en una pequeña habitación alquilada.
González navegó con viento en contra, pero compró una pequeña cocina y la metió en esa pieza para empezar a hacer muestras pequeñas de lasaña que regalaba a trabajadores de tiendas para poder captarlos. Así se hizo de 70 clientes. Compraba, cocinaba, caminaba y repartía con su hijo, según le contó a un admirado Sumito.
Como la rutina era muy fuerte para el niño aceptó un primer empleo como ayudante de cocina en un sitio en el que pagaban muy mal. No duró mucho. Luego, consiguió trabajo como vendedora en un parque acuático. Tampoco funcionó. Un día tres venezolanos con ganas de incursionar en el rubro gastronómico la seleccionaron para ser jefa de cocina de un pequeño local.
El fin fue el principio del éxito
Meses después, por falta de tiempo de los socios, decidieron dejar el negocio y ella, quien había comprado un porcentaje con muchos sacrificios, lo absorbió sin mayores activos. Lo hizo gracias al apoyo de su prima Carolina Alonzo, ahora su jefe de compras y mano derecha, quien la recibió en su apartamento con su pequeño y se encargó de mantenerlos.
Ese respaldo fue fundamental. Norbelys arrendó un apartamento de 2 habitaciones en un piso 26 y subarrendó el puesto de estacionamiento, el maletero y una habitación.
Adentro forró las paredes de la cocina con bolsas plásticas y el piso con cartones para que no se deteriora. Allí comenzó a freír su fórmula de pollo a la broster y sancocho los fines de semana. Buscó motorizados y vendió gracias a su único activo: una base de datos, un whatsapp y una cuenta de Instagram. Llegó a tener 5000 suscritos.
En septiembre de 2019 abrió su primer local formal en barrio Italia, gracias a aliados que le prestaron dinero para remodelar ese espacio, pero principalmente a su ángel guardián, una chilena que siempre creyó en ella. Con sus manos, González arregló el lugar, pero el día de abrir se dio cuenta que no tenía ni para comprar gas. Un amigo la “salvó” y esa misma noche le pagó con la primera venta.
Cuatro meses después, González abrió su segundo local, en Providencia, y afinó manuales de procedimiento para convertirlo en franquicia. Hoy, gracias a un grupo de empresarios que creyeron en su potencial, expande su marca por toda la Región Metropolitana de Santiago.
Lidera un centro de producción y ya son cuatro los locales operativos (Providencia, Independencia, Maipú y La Reina), con un trabajo constante y sin descanso, pero con tanto amor por lo que hace que quienes prueban sus productos no hacen sino destacar su sazón y calidad.
Y este es el mensaje para quienes como ella emigraron para poder construir sus sueños: “Sin dudas que el secreto es la constancia, sobre todo cuando has caído tantas veces. Levantarse duele, pero te das cuenta que no hay opción. Estaré eternamente agradecida con las personas que desde un principio confiaron en mí y apostaron por mi proyecto. Don Chicken es parte de mi vida. Por mi empresa entregó el alma y el corazón con el único fin de seguir creciendo y que en un futuro no muy lejano mi hijo continúe con mi legado”.
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