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Angélica Aranguibel, la gineco-obstetra criolla que batalla en primera línea contra el Covid-19 en Chile

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Enfoque, respeto y humildad siempre. Esa es la carta de navegación como médico y migrante de Angélica María Aranguibel Barboza, una gineco-obstetra zuliana de 33 años que crece en el campo profesional en Chile.

 

Angélica llegó a Santiago en febrero de 2019 con Visa de Turista y mientras se establecía, y solicitaba Visa Profesional, comenzó a trabajar en terreno, en la venta de productos de limpieza para automóviles y casas.

 

“Luego me dieron la oportunidad de trabajar en la tienda Pandora, en Parque Arauco, en donde conocí amigas maravillosas. Ese trabajo me permitió poder mantenerme acá mientras estudiaba para presentar mis exámenes de reválida”, recuerda esta graduada como médico cirujano en 2011 con especialización en gineco-obstetricia en la UCV.

 

Tras aprobar el examen teórico-práctico de medicina general (Eunacom), Aranguibel escaló posiciones al incorporarse primero al Centro Asistencial Ñuñoa y después en diversos proyectos: Hospital de Buin, Centro Médico Santa Catalina, Centro Médico Caridad del Cobre y Centro Médico Medicuba. Su sello es la excelente comunicación con sus pacientes, la cercanía y, por su puesto, sus conocimientos.

 

Por ello, las anécdotas no faltan. “Siempre tengo por mi especialidad, pacientes mujeres evidentemente, pero hasta los esposos y novios quieren que los trate también. La experiencia acá ha sido maravillosa. Afortunadamente he visto generaciones completas de abuelas, madres e hijas”, resalta.

 

Hoy, Aranguibel forma parte del equipo élite de especialistas de la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud y, en el marco de la pandemia de Covid-19, forma parte del personal que batalla en primera línea contra el coronavirus. Esta es una experiencia verdaderamente fuerte, con jornadas de trabajo de 24 horas seguidas con día intermedio de descanso, pero Angélica, además de humana, es optimista por naturaleza. Lo remarca con una permanente sonrisa.

 

Al referirse al Covid-19 reflexiona sobre el crudo impacto de la irresponsabilidad y de la ferocidad del virus en el cuerpo humano. Aún tiene en mente el rápido deterioro de un paciente de 48 años. “Se fue directo a UCI. Horas antes de ingresar estaba como si nada y me decía que se sentía bien. Yo sabía que no estaba bien. Y aún sigue bajo ventilación asistida”, relata.

 

Para Angélica el Covid-19 perdurará por algún tiempo más y debemos aprender a vivir con ella. “Hay que ser empáticos y cuidarnos porque nuestras acciones siempre tienen consecuencias. He tenido muchos pacientes jóvenes que sé que no van a ganar esta pelea contra el virus y la ignorancia colectiva”, sostiene.

¿Cómo fue la transición hacia el sistema de salud chileno y en qué se diferencia con el de Venezuela? 

 

Como médico que ha trabajado en sector público y privado, no ha sido tan duro el golpe cuando vienes enfocado en aprender y crecer día a día como persona y profesional. A diferencia del ejercicio de la salud en mi país, acá tienes mayor recurso material lo cual se traduce en beneficio para mis pacientes.

 

¿Cuál es su valoración sobre los migrantes venezolanos?

 

Cómo siempre he dicho, quien venga con ganas de trabajar acá y en donde sea le va a ir bien, sea cual sea la profesión u oficio, respetando siempre al prójimo y haciendo las cosas bien. Valoro a toda persona de bien. Cada uno tenemos nuestras historias personales y eso no va con una nacionalidad, he conocido personas maravillosas de muchas partes del mundo, así como he conocido personas que no les guardo tanto aprecio y son del mismo país que el mío. Por tanto, creo que no es cuestión de nacionalidad.

 

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de sus vivencias en Chile?

 

La amabilidad de muchos y la empatía con nuestras historias como venezolanos. Me gusta mucho cómo nos han acogido en su país.

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