Migración

Conozca el drama de los venezolanos que derrotaron a la muerte en el Río Bravo

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EFE detalla la historia de quienes huyeron de la crisis en Venezuela y se estrellaron con ‘la migra’ en los Estados Unidos.

La desesperación por comenzar una nueva vida fuera de Venezuela lleva a cientos de venezolanos a retar a la muerte, como históricamente lo hacen los centroamericanos, en las caudalosas aguas del río Bravo, un largo y peligroso afluente del sur de Estados Unidos y norte de México que fluye en dirección sur y sureste a través de Colorado y Nuevo México hasta llegar a la ciudad de El Paso, Texas.

El objetivo es atravesar la franja limítrofe que tiene como base el Puente Internacional Brownsville-Matamoros. Quienes logran atravesar las aguas tienen como meta obtener asilo político. Sin embargo, la esperanza de convertirse en refugiado se ha transformado en días e incluso largos meses de detención para algunos.

El reportaje de EFE retrata el caso de venezolanos que cruzaron desde México a territorio estadounidense con cientos de kilómetros a cuestas, muchos incluso tras haber fracasado en su intento de establecerse en otros lugares.

La muerte de Ronald Aldair Lambert León, a mediados de julio se mantiene como advertencia reciente de los riesgos que implica el afluente. El zuliano de 25 años fue hallado flotando en el río. Murió en el intento de cruzar la frontera de México con Estados Unidos.

“Se ahogó, estaba flotando. Lo encontraron del lado de Estados Unidos. Lo hallaron el 25 de julio, dos días después de que intentó cruzar”, dijo Andrés Lambert León, hermano de Ronald, en una entrevista con El Nuevo Herald.

El venezolano estaba desaparecido desde hace 60 días aproximadamente, cuando decidió cruzar la frontera entre México y EE.UU.

Ronald, nacido en Maracaibo, Venezuela, había emigrado primero a Bogotá, Colombia, por su activismo político y la grave situación económica y social de Venezuela. Allí estuvo poco tiempo y se trasladó a México con la intención de cruzar la frontera con Estados Unidos.

Como un delincuente

Manuel Alejandro Valero, enfermero merideño de 28 años se encuentra detenido en Texas. Su historia es compleja. “Vengo huyendo de mi país es por temor a la muerte y porque en los otros países donde estuve no tuve la oportunidad de pedir asilo. No, se me negaron, me cerraron las puertas y ahí me atacaron por xenofobia, por mi nacionalidad: “Maldito venezolano, fuera de mi país, estorban’ y me insultaban”, revela a EFE.

El pasado 27 de abril Valero se entregó a las autoridades en McAllen (Texas) y desde una línea telefónica desde la penitenciaría Winn Correctional Center, en Luisiana, con la mediación de su hermana, narra una odisea que se inició el 14 de septiembre de 2017, cuando salió de Mérida rumbo a Perú, desde donde tuvo que marcharse hacia Argentina por no encontrar oportunidades y por temor a que lo agredieran por racismo.

Valero decidió abandonar Venezuela agobiado por las amenazas que empezó a recibir después de que se uniera a las protestas antigubernamentales en 2017, que motivaron su despido -por conspirar contra la patria- de un hospital público y en las que resultó herido por perdigonazos. De Argentina viajó a México, donde le robaron el pasaporte y otras pertenencias al salir del aeropuerto de Reynosa, la ciudad donde esperó 22 días en un refugio para inmigrantes antes de entrar ilegal hacia McAllen, Texas.

Finalmente atravesó el río Bravo junto con un amigo, que está detenido junto a él, una prima y su hija de seis años. Ellas fueron también arrestadas pero puestas en libertad al poco tiempo. Manuel Alejandro, según EFE, pasó once días en la ‘hielera’, como los migrantes llaman las celdas de la Patrulla Fronteriza por las bajas temperaturas que se soportan, antes de ser trasladado a un centro en Tennessee y de allí a Luisiana.

Su hermana defiende que no es un criminal: ‘Nadie quiere que un familiar suyo esté preso tanto tiempo, o sea, sin cometer ningún delito y más él que no era ningún delincuente’, lamenta Eliana, de 31 años, que lleva dos años y medio en Estados Unidos junto con su esposo y dos hijas.

Padres, detenidos 9 meses

Otra historia cruda, reseñada por la agencia española es la de los padres de Francisco Valverde, quienes estuvieron detenidos durante nueves meses tras llegar a Estados Unidos, donde han logrado quedarse tras recibir lo que se denomina un permiso supervisado, con el que tienen que presentarse ante las autoridades cada cierto tiempo.

Ambos estuvieron a punto de ser deportados después de que no les concedieran el asilo: “No los deportaban porque decían ‘no hay deportaciones a Venezuela, no hay vuelos comerciales, no los pueden deportar”, relata por teléfono a Efe este venezolano residente en Alabama.

Sus padres, los dos de 55 años, llegaron con la esposa y tres hijos menores de edad de Francisco. Su mujer y dos de los pequeños fueron liberados de inmediato al cruzar la frontera, pero la hija mayor de 10 años, fruto de un matrimonio anterior de Francisco, estuvo en un albergue para menores durante un mes ante de reencontrarse con la familia.

Tras finalizar su arresto, los progenitores de Francisco, que eran empresarios en Venezuela, están ‘bastante afectados’ sicológicamente: “Ha sido difícil, casi que no hablan, están bastante afectados”.

Detenido y sin familiares

La venezolana Tibisay Salazar sigue desde República Dominicana, su hogar desde hace más de un año, la situación de su hermano, Gary, arrestado después de cruzar a Estados Unidos, un país donde no tiene a ningún pariente.

Gary pidió asilo en su primera parada en Estados Unidos, Laredo (Texas), donde fue apresado. Luego fue trasladado a un centro de detención en Georgia y posteriormente a Misisipi. Su solicitud ha sido denegada.

“Simplemente ellos salieron de una crisis, de una situación, buscando mejoras, y resulta que llegan y se encuentran con esta situación. Están igual (que en Venezuela), hay una violación de derechos humanos”, denuncia Tibisay, nacida en Maracaibo, quien advierte de que esta situación tiene ‘supermal’ a su mamá.

Diagnóstico duro

Actualmente, puede haber en Estados Unidos entre 90 y 100 casos de venezolanos que se encuentran detenidos a la espera de una respuesta a su solicitud de asilo, según datos que ofrece a Efe Gustavo Marcano, ministro consejero en la embajada de Venezuela en Estados Unidos.

“No es que estén deteniendo venezolanos por todos lados”, aclara Marcano, quien indica que estas personas, al no contar con un visado, deben aguardar bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, inglés) a su proceso de asilo.

Damarys Rangel, abogada en Venezuela, ofrece apoyo a estas familias y ha recopilado datos de casos como el de un joven que lleva 14 meses detenidos, “madres con niños pequeños, mayores, personas que tienen una patología de cáncer”. Señala que ‘hay muchos jóvenes’ que sufren “mucha depresión”, de “mucha desesperanza”.

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