El Comercio de Ecuador publica la historia de un niño venezolano de 5 años víctima de agresiones en su escuela, ubicada al norte de Quito. Su padre ofreció su testimonio. Ésta es su dura historia.
No resulta fácil replicar esta historia.
El diario El Comercio la difunde este miércoles en su edición digital. Cuenta lo ocurrido con Luis, un pequeño de 5 años a quien sus compañeros de aula golpearon y patearon hasta hacerle sangrar la nariz. “Venezolano vete de aquí”, le dijeron a niño de 6 años, tras golpearlo, en escuela del norte de Quito, la última semana de octubre.
El periódico protegió la identidad del niño y del padre.
Carlos, su progenitor, lleva tres años en Ecuador; es ingeniero automotriz y sabe del manejo de recursos humanos. Trabaja en el área administrativa de una empresa en las afueras de Quito. “A mi esposa le dijeron que le había sangrado la nariz y le indicaron que nos llamarían para una reunión en la Dirección”, contó.
Al llegar el pequeño les reveló que dos compañeros de aula lo golpearon hasta lastimarle la nariz; también le dieron patadas y puños en el estómago. «Gracias a Dios mi niño es muy inteligente y nos dijo todo, pese a que le advirtieron que si lo hacía le pegarían otra vez», relató Carlos.
Su esposa y el niño tienen casi un año en el país. El martes la familia recibió la llamada de la Zona 9 del Ministerio de Educación, del Defensor del Pueblo y del Consejo de Protección de Derechos. La Junta de Cotocollao tomará el caso. Eso ya es un gran alivio.
Todo empezó el primer día que Luis fue a la escuela, según la versión de sus padres, quienes se sorprendieron cuando una profesora, en medio del proceso de inscripción, recibió al pequeño con insultos sobre su nacionalidad. Le dijo que por qué no se iba a Venezuela, también que en Ecuador ya había demasiados venezolanos y que se lo llevaran.
“Ese recibimiento, ‘esa bienvenida’ nos dolió bastante. Imagínese, de buenas a primeras, en su primer día en el colegio, que reciba esa energía de parte de quien está para brindarle seguridad, para ayudarle y educarle. Que una profesora trate así a mi hijo nos golpeó bastante, nos hizo cuestionarnos muchas cosas. Pero dejamos eso ahí, no quisimos hacer algo más grande. Y fue un error no haber llevado esa situación a otras instancias. Así hubiéramos evitado quizá lo que le hicieron a nivel físico”, le contó Carlos a El Comercio.
“Esos niños que lo agredieron también son víctimas. Generalmente los niños repiten conductas de los adultos, lo que oyen decir», apuntó el padre al diario.
La familia teme salir de casa. Los fines de semana han preferido no hacer nada. Temen, dice Carlos, que alguien pueda sentirse incómodo con su presencia y actúe mal.
Este padre de familia dice que tiene amigos ecuatorianos y que apenas hace un año y medio empezó a evidenciar señales de xenofobia. Recuerda que un día compró una memory flash y al probarla no funcionó. Así que regresó al local y le pidió a la señora cambiarla por otra en buen estado. La propietaria del lugar le respondió que no lo haría porque era un ladrón, que los venezolanos llegaron al Ecuador solo para robar.
«Mi esposa siente temor por lo que nos pueda pasar. En el transporte público escucha decir ‘miren hay demasiados venezolanos, vienen a robarnos y a quitarnos los trabajos’. Lo dicen en voz alta, para que escuchemos», anota Carlos.
Hoy, en la escuela los recibirán y les indicarán qué harán para evitar más agresiones contra su pequeño hijo. «No queremos nada especial. No pensamos pedir un cambio de escuela. Sabemos que hay niños en otros colegios a quienes les han amenazado con cuchillos. La xenofobia se ha incrustado en la sociedad. Queremos saber cuál es el plan de acción de aquí en adelante para que no se repita con ningún otro niño. La idea es elevar el debate, no pedimos un trato preferencial para nuestros niños sino que accedan al derecho a la educación y que resguarden su integridad, como hacen con cualquier otro alumno. No es nada más, son derechos humanos, creo. Esperamos que Luis sea el último niño agredido en Ecuador por ser venezolano».
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