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32 médicos perdieron la vida por coronavirus en Guayaquil, la Wuhan de América del Sur

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Profesionales de la salud pertenecientes a la red asistencial del Ministerio de Salud Pública (MSP) de Guayaquil, en la provincia del Guayas, pulsean a diario con el miedo, la desesperación y el horror por el ensañamiento del coronavirus en la región. La mayoría de los hospitales, en las últimas dos semanas, se convirtieron además en depósitos de cadáveres. Algunos comparan lo que ocurre en la segunda ciudad en importancia de Ecuador con lo sucedido en Wuhan, China, donde a finales de 2019 inició el brote del virus que tiene hoy en jaque al mundo con más de un millón de contagios.

La sobreexposición de los médicos y del personal sanitario es alarmante, con 32 muertes en casi un mes, según el registro del Colegio de Médicos Provincial del Guayas.

En su cuenta en Instagram, Julieta Sagñay, psiquiatra y líder de los programas de recuperación de drogas en jóvenes de Ecuador, difundió recientemente su experiencia tras hacerse atender en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) Los Ceibos, donde el pasado miércoles falleció la anestesióloga venezolana Lyll Gisela Montes de Pargas, víctima del Coronavirus.

Sagñay observó una serie de falencias, desde la falta de protección con insumos de bioseguridad en el equipo de atención, hasta la escasez de medicamentos para enfermos de COVID-19 y el manejo de los cuerpos. “Entré a Emergencia y me dijeron que no había cama, logré ver algunos muertos en el baño del hospital. Eran como las 23:00. Ahí me tomaron la muestra y el hombre que hizo la prueba no tenía ninguna protección; le dije: te vas a contagiar, y efectivamente muchos se enfermaron ahí”, detalló.

El testimonio de Sagñay evidencia la cruda realidad en ese centro para los enfermos y unas 200 personas, entre médicos, enfermeros y personal de limpieza y aseo. En ese recinto se concentran la mayoría de casos más severos de la provincia.

La falta de respuestas y de previsiones hizo que, tras nueve meses en el cargo y en medio de la emergencia por el coronavirus, el sábado 21 de marzo el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, aceptara la renuncia de la ministra de Salud, Catalina Andramuño. El reporte oficial resaltaba la confirmación de 532 casos de COVID-19 y siete fallecidos.

En las redes sociales circula un video en el que se ven decenas de cadáveres envueltos en bolsas negras en una habitación de hospital. Julieta Sagñay, psiquiatra, debía ser ingresada por recomendación de un especialista, en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero se negó el cupo por la saturación en la que se encuentra. Así que se retiró, lo hizo porque el centro estaba repleto de cadáveres y no quería ser uno más.

Contó en redes sociales que pudo ingresar al hospital IESS de Milagro.
Recordó que en ese hospital tuvo una atención amable, pero que no hubo la medicación en ese momento y la consiguió por unos pacientes de ella en la localidad de Quevedo.

“Mi doctor me dio un medicamento inmunológico que les dan a pacientes con cáncer. Eso me subió las defensas, mejoré notablemente. Pasé ocho días allí hospitalizada, de domingo a lunes. Escuché todos los días a los pacientes toser. Había colegas míos. Eran terribles los gritos que escuché. El último día me dijeron que me tenían que sacar de allí porque había 17 cadáveres y me iba a contaminar’. Yo pensé en todo lo que escuché, eran las personas que morían allí en la sala. Si tuvieran los medicamentos, tal vez no se hubiesen muerto, recordando que esta enfermedad no tiene cura. El medicamento no hay ni en las farmacias”, lamentó la doctora, quien se siente una sobreviviente.

Hasta la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, se contagió.

El escenario agudizó.

Las reseñas de los medios internacionales dan cuenta de escenas desgarradoras.
Cuando en el Gobierno pensaban que habían 200 había 1.000 reportes en la emergencia de un hospital. Cuando calculaban 2.000 se recibían 7.000 casos y así desde hace poco más de una semana se disparó la tasa de fallecidos, 40 en una guardia de un solo hospital, 50 en otro. Por día entre hospitales sacas más de 100 muertos desde hace una semana, más los recogidos por la policía en toda la cuidad. ¿Por qué fallecen? Falta de personal, insumos, ventiladores y medicación continua. Muchos médicos han renunciado por miedo. Otros siguen trabajando con EPP que a veces funcionan. Corren desesperados viendo a quién pueden salvar. No hay cómo ayudarlos. Ni personal ni insumos ni espacio, nada.

Hoy, médicos de diferentes nacionalidades, conviven con la tristeza que da tener que ingresar colegas a los pisos de hospitalización o a las UCI, a familiares de colegas, ver algunos como van falleciendo. Todo es muy lento por el escaso personal y protocolos que se deben cumplir. No comen casi por falta de tiempo o miedo a quitarse la mascarilla. Sienten miedo de contagiarse o contagiar a sus familiares.

Quienes han podido se han ido de sus casas aislados de sus familias, alquilando una pieza y viviendo solos.

Dentro de El Ceibo resulta terrible sentir la desesperación que provoca ver a todos los pacientes pidiendo ayuda y no poder responderles porque se encuentran colapsados. Es duro ver cómo se acumulan los cadáveres porque el personal que los retira es escaso también.

Adicional a todo lo vivido, el personal se siente indignado al tener que lidiar con las últimas declaraciones del actual ministro de Salud, Juan Zevallos, quien a través de un video que circula en redes sociales, le indica al presidente de la República, Lenin Moreno, que ningún personal de salud se encuentra infectado por el virus.

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