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Venezolano José López forma valores en niños a través del baloncesto inclusivo en Concón y Viña del Mar

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José Gregorio López es un caraqueño de corazón alegre, con raíces orientales y criado entre dos populares y pintorescas parroquias de Caracas: las Adjuntas y Caricuao. Laboró por años impartiendo clases en Educación Informática, título que obtuvo en el Instituto Pedagógico Monseñor Rafael Arias Blanco (Iupma).

Trabajó en colegios emblemáticos como el Bolívar y Palacios, de Caricuao; Juan de Dios Guache, de Chacao; La Gran Colombia, del Cementerio; Escuela Bogotá, del Cementerio; y Claudio Feliciano, de Las Adjuntas. En cada uno de estos centros, además de dar clases de informática, dedicaba un tiempo para enseñar baloncesto a los niños.

López fue jugador de baloncesto en diferentes ligas bajo la dirección de buenos profesores como el desaparecido Luis Torrealba (Luijo) y Aníbal Rodríguez y Yobeisy Ortiz, quienes fueron parte importante en su desarrollo como persona y jugador.

“Ellos me enseñaron a traspasar ese amor y respeto por el baloncesto a niños y jóvenes”.

En un viaje con una selección de talentos U15 (Venezuela) a la Copa Pancho que se juega en Valparaíso, Chile, conoció a quien hoy es su esposa. Tras ese primer contacto con ella, regresó de nuevo a Chile y retornó a Caracas. José no tenía planteado irse, pero la crisis se acentuó y en 2014 decidió emigrar.

Al llegar, eso sí, le costó mucho conseguir empleo. “Hice de todo. Recuerdo que en un hotel me contrataron supuestamente para recibir a los turistas y ayudarlos con el equipaje y terminé limpiando techos, cocinando y haciendo de todo”, detalla.

Luego halló un trabajo relacionado con la informática en Las Condes y en la Corporación de Deportes de Ñuñoa, donde lo llamaron para desarrollar el baloncesto en la comuna. Esa labor resultó fundamental en su despegue.

Al comenzar trabajaba en la formación de 11 niños de unos 10 años en adelante, pero con pasión pronto llegó a los 80 y al abrir cupos desde los 5 años.

Una vez que los niños empezaron a entrenar se fueron enamorando de la disciplina y como querían avanzar algunos se fueron a otros clubes. Motivado por algunos apoderados y su pareja, López decidió dejar el trabajo de oficina y así nació el Club Deportivo Formativo Talento Humano, donde rápidamente llegó a tener aproximadamente 100 jugadores entre niños y jóvenes.

En ese camino ha sido vital el aporte del profesor Manuel Martínez, quien lo ayudó desde que se incorporó. “Nuestro club es abierto, pero son muy importantes las personas con necesidades educativas especiales, entrenando y jugando como debe ser: ¡Todos juntos! Esa es la verdadera inclusión e integración real y activa”, refiere.

Esa labor le valió para que lo nombraran Coordinador Nacional para Olimpiadas Especiales de Chile, donde sigue aprendiendo y divirtiéndose.

Expansión

Con la llegada de la pandemia, José se estableció en Viña del Mar, donde hoy levantó el Club Deportivo Talento Humano junto con un amigo y profesor chileno, Benjamín Yáñez, llevando el baloncesto a Viña y Concón.

“Ya contamos con más de 70 jugadores entre niños y jóvenes (mixto) y desde los 4 años, bajo la línea siempre de la inclusión. No ha sido fácil mantenerse con la pandemia, pero ha sido hermoso y gratificante ver como niños y jóvenes mejoran en su día a día no solo en lo deportivo y físico, también en lo actitudinal y emocional disfrutan el compartir y divertirse con sus pares bajo un ambiente de camaradería y sobre todo respetuoso de las potencialidades o características de cada uno”, explica José, quien agradece el apoyo de su esposa y cada uno de los apoderados que lo impulsan a crecer.

Talento Humano funciona en Ñuñoa @thbasquet y también en Viña del Mar y Concón @thbasquetvr. Su objetivo es formar en valores a través del deporte y resaltar lo humano por sobre todas las cosas.

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